viernes, 26 de enero de 2007

Descubriendo un instinto...

Duerme, mi niño
duerme en mi regazo,
nada puede ocurrirte
si yo te abrazo.

Duerme, mi sol
duerme, mi luna
nada puede ocurrirte
si mi alma te acuna.

...

A menudo reflexiono sobre cómo algo pueder ser tan pequeñito y tan grande a la vez. Cómo puede inspirar tanta ternura, tantas emociones, tantas ganas de llorar y de reir. Cómo puede provocar tantos nudos en la garganta...

Si existieras, te gustaría que te cantara dulces canciones de cuna, te encantaría que te susurrara al oído las palabras más tiernas, me mirarías con tus ojitos pequeños y yo entendería lo que me quieres expresar, sin palabras, porque no sabrías hablar... porque me encanta esa complicidad... y una intensa emoción me visitaría cada vez que me miraras, cada vez que apretaras mi dedo en tu manita... El sonido de tu respiración y el latir de tu corazón serían, para mis oídos, la más bella melodía...
Tu risa bastaría para acallar mi llanto, tu llanto me haría más fuerte para vivir por y para tu sonrisa... Aprendería de ti, contigo y, agarrada de tu mano, recorrería los caminos de la inocencia, te ayudaría a construir tu mundo de fantasía, te colmaría con besos y abrazos en tus caídas, te arroparía en tus pesadillas... aunque nunca te sobreprotegería...
Te daría, te daría y te daría...
Te espero con la paciencia y la tranquilidad del que sabe que algún día llegarás... aunque no sin enormes deseos de conocerte...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es el motivo fundamental por el que me encanta ser mujer. Algún día pasearemos juntas a nuestros trocitos, un besote.