domingo, 4 de marzo de 2007

Acompáñame ahora a recorrer una historia alternativa siguiendo la línea de un señor llamado Harold Kushner. De su mano vamos a tomar una nueva perspectiva.
En esta versión, que bien podría haber filmado Fellini, Almodóvar o Woody Allen, el mito original se modifica:

Eva se encuentra con la serpiente. Ésta la tienta para que coma del fruto prohibido, pero ahora Eva le dice:

-No. El fruto es tentador, pero está prohibido. Dios lo mandó así.

La serpiente, astuta y seductora, intenta convencerla con la teoría del miedo del Jefe a que los humanos se vuelvan dioses.

Eva contesta cortésmente:

-No, gracias.

Y sigue su camino por el Paraíso, de lo más campante...

Maravilloso, ¿verdad? Beso y medalla para Eva (aunque no tengamos dónde prenderle la medalla).
¿Qué pasaría después???

En esta versión, en la que Eva no come del fruto prohibido, tampoco pide a su compañero que coma. Y cuando aparece el Jefe (que ya sabe lo que pasó porque en esta versión Dios pregunta poco o, por lo menos, no pregunta lo que ya sabe), los premia.

¿Y cuál es el premio?

El premio es que pueden quedarse eternamente en el Paraíso comiendo del árbol de la vida y de todos los demás, menos de uno, disfrutando del clima ideal, el alimento superabundante, la paz y la bendición de no tener que trabajar ni pensar en la muerte.

Todo bien.

Muy bien.

Divinamente bien.

Dos angelitos, ellos...

Eso sí: ¡de hacer el amor ni hablemos!

¿Cómo que no?

No.

Recordemos que la sexualidad aparece sólo fuera del Paraíso. En esta historia alternativa, de Adán y Eva premiados en el Paraíso, Adán, por supuesto, nunca aprenderá a usar un arado ni nada que se le parezca, porque no hay necesidad: todo es absolutamente perfecto y él se pasa los días saltando, caminando y escuchando a los pajaritos...

Eva no ha conocido los dolores del parto, ya que ni siquiera ha tenido la oportunidad de conocer los placeres del sexo.

Ambos viven eternamente... Y sin exigencias.

Eternamente satisfechos, estériles, solitarios e inmortales.

Entonces, debemos pensar que al final hemos tenido suerte, es decir, si Eva no hubiese desobedecido, otra sería la historia. La expulsión se convierte así mucho más en una oportunidad y una liberación que en una venganza divina.

Si el mito bíblico, tal como llegó a nosotros, tiene algo que decirnos, será llamar nuestra atención sobre un hecho revelador:

La humanidad existe porque a alguien se le ocurrió transgredir una norma, cuestionar un mandato, desconfiar de una palabra, desobedecer una regla.


(Extraído de "Shimriti")

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias a Dios, Eva se comió esa puta manzana, de lo contrario, no hubiéramos gozado de los placeres de la vida (vicios eclesiásticos o pecados); qué coño, de lo contrario, yo no estaría comentando nada, ni tú nos cautivarías cada día con tu dulzura al escribir. Un besito, Seele. Comamos manzanas prohibidas siempre y adoremos a la serpiente. Jejeje.

Anónimo dijo...

Dice el Principito a la Serpiente: ¿por qué hablas siempre con enigmas?, y ésta le contesta: porque yo los resuelvo todos...

Seele

Anónimo dijo...

Me gustan las manzanas del árbol,
pero no las caídas al suelo;
sino las que tú me des a probar.

Anónimo dijo...

Ja, a mi ardilla Ru le flipan las manzanas...este post es genial...bueno, la verdad es que no soy de manzanas, siempre preferí los plátanos y las chirimollas, jajajja, pero vamos, que la tentación se disfraza de muchas formas, y bendita sea, eh?